No, no es lo mismo.
Un psicoanalista toma al síntoma como un aviso de que algo no anda bien, un signo que esta “llamándonos la atención” sobre la necesidad de replantearnos quienes somos y que hacemos para poder de esta manera dejar de padecer el malestar que tenemos. De esta manera, no tiene como objetivo primario hacer desaparecer al síntoma, dado que este le brinda al sujeto información invaluable sobre si mismo, para poder saber sobre si y qué lo llevo a tener este malestar. Esta perspectiva apunta a un cambio en la manera de ser y relacionarse que invariablemente conducirá a la desaparición del síntoma tal como se presentaba inicialmente.
Un psicólogo, en líneas generales, va a apuntar a quitar el síntoma, con una serie de técnicas, hipótesis y/o recomendaciones. Es decir que no apunta a un cambio del “ser” y la manera de vincularse, sino que apunta a “tener” una serie de herramientas para poder paliar el malestar. Tomando esta perspectiva, se corre el riesgo de que el problema previo (síntoma), surja con otra modalidad (otro tipo de síntoma), dado que el “ser” (la manera de ser) de la persona en cuestión no se vio modificada.
Un psicoanalista toma al síntoma como un aviso de que algo no anda bien, un signo que esta “llamándonos la atención” sobre la necesidad de replantearnos quienes somos y que hacemos para poder de esta manera dejar de padecer el malestar que tenemos. De esta manera, no tiene como objetivo primario hacer desaparecer al síntoma, dado que este le brinda al sujeto información invaluable sobre si mismo, para poder saber sobre si y qué lo llevo a tener este malestar. Esta perspectiva apunta a un cambio en la manera de ser y relacionarse que invariablemente conducirá a la desaparición del síntoma tal como se presentaba inicialmente.
Un psicólogo, en líneas generales, va a apuntar a quitar el síntoma, con una serie de técnicas, hipótesis y/o recomendaciones. Es decir que no apunta a un cambio del “ser” y la manera de vincularse, sino que apunta a “tener” una serie de herramientas para poder paliar el malestar. Tomando esta perspectiva, se corre el riesgo de que el problema previo (síntoma), surja con otra modalidad (otro tipo de síntoma), dado que el “ser” (la manera de ser) de la persona en cuestión no se vio modificada.